Todo abogado debería de incluir a Cícero como uno de sus mentores. El famoso filósofo, político y abogado, fue el responsable de la prosa y convenciones gramaticales modernas. Cícero peleó por Roma y todos los abogados podrían aprender algo del servicio que Cícero brindó.
Cícero tuvo su importancia alrededor de 100B.C. en tiempos de Julio César en el 1er y 2do triunvirato. Nació en la clase acomodada de Roma, recibiendo una buena educación. Su habilidad en la escuela pronto atrajo la atención, recibió la oportunidad de estudiar leyes bajo la tutela de Quintus Mucius Scaveola. Cícero surgió pronto a la cabeza de la clase, presentando mejores argumentos que sus profesores pero de manera humilde. Su carrera rápidamente tomó éxito y llevo más casos que cualquier otro joven abogado de Roma. No era nada fuera de lo común que Cícero tomara la defensa y acusación en un juicio al mismo tiempo.
Cícero era una persona que tenía compasión por los demás, y en la Roma violenta de esos tiempos, eventualmente pagó con su vida el tener ese dócil carácter. Solo la pasión por su imperio podía encender su agresión, y cuando vio que la paz romana estaba en peligro, se transformó en un lobo. En 63 B.C. descubrió el complot para derrocar a César y el primer triunvirato. Puso en exilio a los conspiradores y los llevó a la muerte. Sin embargo, en 58 B.C. el segundo triunvirato tomó control y exilió a Cícero, asesinando a su hija en pago por la ejecución de los conspiradores. Cícero cayó devastado por la pérdida de su hija siendo ésta la única persona a la cual amó. Su pena lo llevó a la filosofía, y le debemos el estoicismo y muchos otros aspectos de la gramática moderna. Finalmente, Octavio le mando matar y sus últimas palabras fueron, “no hay nada correcto acerca de lo que estás haciendo, soldado, pero solo mátame correctamente.”